El director general de Tráfico, Pere Navarro, lo ha anunciado en más de una ocasión, la última en una entrevista en EL PAÍS: este año habrá más radares en las carreteras españolas. Además, con un cambio de tendencia en la Dirección General de Tráfico (DGT) en busca de unas mediciones más justas de los excesos de velocidad.
Tráfico puso en marcha su primer radar de tramo en 2010 y casi 15 años después tiene en funcionamiento 92 de ellos, según los últimos datos actualizados en 2022 y disponibles en su web.
Cómo funcionan los radares de tramo
Aunque la DGT y los expertos en seguridad vial los denominan radares de tramos, en estas zonas de vía la velocidad no se controlan mediante cinemómetros, como sí ocurre con los puntos fijos. Al contrario, los radares de tramo funcionan mediante grabación de imágenes y gracias a un sencillo sistema de inteligencia artificial.
El primero de todos empezó a funcionar en 2010 en el túnel de Guadarrama, en la A-6. Después de un mes en pruebas (los infractores sólo recibían una carta de aviso con los detalles de la infracción), la DGT instaló otros dos en los túneles de Barrios (León, en la AP-66) y Torrox (Málaga, en la A-7).
“Los radares han supuesto una inmensa reducción de las velocidades medias. Sigue habiendo pequeñas infracciones por exceso de velocidad, pero ahora, eso de que alguien te adelante absolutamente zumbado es cosa del pasado. Ahora eso de ir a alta velocidad tiene una cierta condena social”, asegura Navarro en EL PAÍS.
Casi 100 radares de tramo en España
El sistema de control por tramos puede tomar más fuerza gracias la última modificación de la ley de tráfico, en vigor desde marzo de 2022. Desde entonces, la normativa ya no permite superar en hasta 20 km/h el límite de velocidad de las vías convencionales durante los adelantamientos, y esto facilita la implantación de los radares de tramo.
Antes de la reforma legal, un conductor podía argumentar que había realizado muchos adelantamientos si su velocidad media superaba el límite legal en un determinado tramo, con lo cual el sistema de control era inviable en las carreteras secundarias. Con este cambio legal, la DGT puede desplegar más radares de tramo en esas vías, que concentran tres de cada cuatro muertes en la carretera.