Cuando pensamos en Aston Martin es inevitable no tener en la mente a James Bond con ese hermoso DB5 plateado, o cualquiera de los autos deportivos de la marca que, como buen vehículo británico, son elegantes pero muy veloces.
No obstante, en 2011 Aston Martin tuvo una decisión que puede parecer rara, pero fue una movida inteligente: ofrecer un city car basado en un modelo de Toyota, pero mejorado para no perder la calidad habitual de la firma británica.
Foto: Aston Martin
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El Aston Martin más lento
El auto elegido fue el Toyota iQ, un city car que ofrecía consumos de 20 km/l derivado de un pequeño motor de 1.3 litros con 97 caballos de fuerza, con emisiones de 110 gramos de dióxido de carbono por kilómetro.
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Un rotundo fracaso, casi
Aunque el objetivo principal de Aston Martin era ser “más limpio” como marca, las ventas del Cygnet no fueron las esperadas. Se calculaban 4 mil unidades al año, pero el hecho de ser un Toyota con cara bonita tres veces más caro no fue suficiente para lograr el éxito comercial. En total, se vendieron alrededor de 6 mil autos en Europa entre 2011 y 2013.
Para culminar este capítulo, Aston Martin creó una versión V8 del Cygnet en 2018 con 430 caballos de fuerza y cambios importantes en frenos, chasis y suspensión para lograr un desempeño acorde a la potencia de este pequeño y diferente auto.
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