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Smart #1 Brabus, el coche de 'streamer' que va en serio

El primer modelo desde que la marca está bajo Geely cuenta con 428 caballos en su versión más potente

smart #1 brabus, el coche de 'streamer' que va en serio

Smart #1 Brabus / Smart

Nicolas Hayek es un nombre que es poco menos que el mesías en el mundo de la horología suiza. Gracias a él, y a sus pequeños relojes simples, asequibles y simpáticos, se pudo mantener viva una industria que dominaba el mundo y que estuvo a punto de caer de rodillas ante una oferta más precisa y más barata proveniente de Japón.

El episodio se llamó la Crisis del Cuarzo, en la que los complicados mecanismos de relojería suiza se pudieron sustituir por sistemas pasmosamente más simples con la cualidad de no retrasarse siempre y cuando hubiera una batería que les permitiera latir a 32.768 hercios.

La marca que nació en 1983, Swatch, fue el primer fabricante suizo que adoptó la nueva tecnología y que devolvió el protagonismo a una industria que había mirado condescendientemente a la competencia que les iba a eliminar. Hoy, es el mayor grupo de relojería suiza del mundo.

Una década después, Hayek decidió hacer algo similar con el mundo de la automoción y crear un vehículo simple, asequible y simpático. En los noventa, el Grupo Volkswagen estaba gozando de un éxito impresionante por ser uno de los primeros constructores en entrar en el lucrativo mercado chino, algo que Mercedes-Benz rechazó.

Por eso, cuando Hayek se acercó con la idea de negocio de Smart al grupo de Wolfsburg, este la rechazó. Total, ya eran «el coche del pueblo» y no necesitaban otro modelo simple, asequible y simpático –aún le quedaban 20 años de producción al Escarabajo–. Daimler, escarmentada, asió la oportunidad y para 1998 ya se había adueñado de la marca.

Como los relojes, los coches Smart generaron un público de culto. A diferencia de los relojes, no fueron un éxito apabullante de ventas. Dentro del fabricante se lanzaron diferentes modelos, ya fueran dos o cuatro puertas, descapotables, deportivos o eléctricos. Sin embargo, no fue suficiente para garantizar la supervivencia de la marca.

Así, en 2019, el fabricante chino Geely —que controla marcas como Volvo, Polestar, Lotus o Lynk&Co— se hizo con el emblema Smart con la intención de hacer un 'turnaround' completo y ocupar el nicho de los coches urbanos y el público jóven.

La solución es el Smart #1, que en su acabado Brabus es lo más potente que tienen que ofrecer después de empezar de cero con una silueta SUV. Estos son los números: 428 caballos eléctricos. 1,9 toneladas. Cinco puertas. Aceleración de 0 a 100 en 3,9 segundos. 400 km de autonomía. 50.000 euros.

Sin embargo, lo llamativo de este coche está en cómo se ha diseñado el habitáculo para agradar al público joven. La cantidad de tiras led RGB permiten modificar el color interior infinitamente, lo que recuerda más a una sala de 'streaming' de Ibai que a un coche. La pantalla es grande y colorida, con un asistente virtual que, por algún motivo, es un zorro.

El vehículo habla en primera persona con voz femenina. «Me queda poca batería, cárgame», me dijo, después de que probara varias veces el modo Brabus. La aceleración de algo tan potente no falla y siempre consigue arrancar una carcajada al que se lo espera y un grito al que no.

El sistema de sonido es, cómo no, Beats de Dr. Dre, que también están retroiluminados a juego con los led del habitáculo, ya sean verde neón o fucsia. Como curiosidad, las luces de los altavoces también se usan para señalar: se iluminan en rojo si hay un vehículo en el carril que se va a invadir. Y mejor aún, no les impide hacer que retumben los graves —algo sin lo que los millenials no pueden vivir—.

El Smart #1 tiene muchos toques tecnológicos que muestran cómo se puede hacer el diseño de automóviles desligándose del diseño tradicional de la industria. Como tal, se siente a veces más como un 'gadget' que como un coche. Pero el precio, los acabados y la potencia te recuerdan rápidamente que se trata de una oferta seria.

En los años ochenta, los fabricantes asiáticos casi acaban con una industria mecánica europea anclada en el pasado. El Smart #1 subraya que, 40 años después, esta amenaza puede volver a ser una realidad.

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