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Se acaba la oportunidad de comprar muchos coches interesantes... nuevos

En el transcurso de muy pocos años, la industria del automóvil dará un golpe de timón muy brusco. Hasta los fabricantes que menos creían en los coches eléctricos están liquidando su gama convencional y planeando exclusivamente modelos a baterías. El tiempo se acaba.

Los problemas comenzaron hace tiempo, cuando los fabricantes empezaron a retirar de su oferta aquellos modelos que menos rentables les resultaban. El auge de los SUV como coches para todo tuvo un impacto letal en las ventas de los tres puertas, descapotables, coupés y hasta todoterrenos de verdad, aunque no fueron los únicos culpables.

Si miramos el catálogo de cualquier fabricante generalista en los últimos años, veremos una drástica reducción en la oferta de modelos interesantes. Con modelos interesantes me refiero a esos que se diferencian en otros congéneres en algo más que la pintura y detalles exteriores simples.

Esa variedad era la que nos hacía diferentes de lo mayoritariamente vendido

Las gamas adolecen de una originalidad que no siempre se traducía en ventas, pero había más donde elegir. Ahora la mayoría de los catálogos nos permiten elegir en una enorme variedad de SUV y luego hay turismos de altura correcta. Y con los coches eléctricos la heterogeneidad se pierde aún más, y empezamos por el motor.

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Ford Puma, el «auténtico»

Los fabricantes generalistas nos han ofrecido en los últimos años, de forma muy excepcional, eso sí, motores centrales, bóxer, rotativos, turbos y atmosféricos, incluso algún V6 en segmento compacto. El tacto de la mayoría de los coches eléctricos es… esencialmente el mismo quitando diferencias de potencia, aunque al menos hay modelos de tracción delantera y propulsión trasera, además de tracción total, para que no vayan todos de la misma forma. El sonido artificial maquilla lo que puede.

Los factores de diferenciación en las nuevas gamas de los típicos crossover eléctricos están en la decoración externa, el sistema de infoentretenimiento, los gadgets… pero lo que es la dinámica de conducción está en un segundo plano. Por ejemplo, un Tesla Model Y Performance se diferencia de un modelo básico… en las llantas de aleación, aunque la diferencia en prestaciones sea salvaje.

Los fabricantes se han ido cargando la variedad que había hace no tanto tiempo. Ya empezó antes de la manía por los coches eléctricos. Fue anterior incluso a la crisis de los motores diésel. La causa podríamos señalarla en una ambición desmedida por maximizar cuentas de resultados y eliminar todo lo que era menos rentable, lo que menos vendían.

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Última generación del Mitsubishi Eclipse

También hay que tener en cuenta otros factores. Ya en la década de los 90 los fabricantes fueron notando que un público que antes se compraba coches más interesantes dejó de comprarlos, y fue el motivo de que fuesen desapareciendo modelos de la oferta, por sus bajos volúmenes. En esa época no había SUV como los entendemos hoy.

Las causas son múltiples, pero quizás están relacionadas con la creciente pérdida de poder adquisitivo de la generación precediente a la mía (X, nacidos en los 70), la mía obviamente (Y, nacidos en los 80-90), y peor aún en las que han ido después. Sin buenos sueldos ni seguridad laboral los caprichos hay que controlarlos muchísimo más.

No ayudó nada a esto la crisis de 2008, ni todo lo que ha pasado después. Hay una creciente brecha entre lo que se compra la gente y lo que le gustaría haberse comprado, a lo que se suma que los fabricantes nos han ido acostumbrando a otras cosas y quieren meternos en la cabeza otros hábitos, como las suscripciones, que si lo toleramos, nos mereceremos lo que nos pase.

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Honda Integra Type R

El catálogo de modelos interesantes va a menos, y se está concentrando sobre todo en gama Premium a unos precios alejados de la realidad de la mayoría de los compradores. Ha quedado muy atrás eso de poder comprar coches con más personalidad a precios razonables con economías de escala.

En pocos años el mercado estará irreconocible, habrá para elegir menos carrocerías, menos motores, menos extras, una pérdida de «biodiversidad» que no sé si recuperarmos algún día. Y solo hay una escapatoria para el que no pueda comprar ahora, es esperar al momento adecuado en segunda (o enésima) mano.

Cuanto más nos acerquemos a 2030, será peor. Hasta los icónicos Mustang, Challenger o Camaro solo tendrán sustitutos eléctricos y corren el riesgo de convertirse también en coches pesados y sobreelevados. Los precios de los coches usados determinarán hasta qué punto tengo razón con este planteamiento o solo soy un nostálgico que no quiere asumir una realidad incómoda.

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