- La motera
- 200.000 kilómetros por unos 27 países en el transcurso de quince meses, dividido en dos etapas
- Necesitaba abandonar todo lo que hasta ese momento había sido mi vida. Hacer algo que me sacudiera y me hiciera sentir viva”
- Además de acumular kilómetros, su recorrido le sirvió para recaudar donaciones
- Miedo, pavor, le tengo al cáncer, no a viajar sola. ¿Por qué deberíamos tener miedo las mujeres?”
- Ana Pellitero, una camionera vocacional para inspirar a una nueva generación de conductoras
- Sílvia Carré, la piloto acrobática que tenía miedo a volar
“Ser mayor mola mucho”, dice la madrileña de 59 años Marta Insausti Valdivia. En su página web, además de madre de dos hijos –uno de 27 y otra de 30 años–, la séptima de ocho hermanos y empresaria, se presenta como La Motera. “Yo me subo a la moto y ya me siento feliz”, asegura Insausti. Para ella, ser mayor “mola mucho” porque fue a sus 54 años cuando se atrevió a vivir con más intensidad que nunca.
En 2019, decidió que ya no dejaría nada más para después y emprendió una vuelta al mundo en moto que la llevaría a recorrer más de 200.000 kilómetros por unos 27 países en el transcurso de quince meses, dividido en dos etapas. En noviembre de este año, recibió el premio MAS Talento a Bordo de Iberia, otorgado a mujeres capaces de imaginar nuevos horizontes y trascender sus límites.
La motera
200.000 kilómetros por unos 27 países en el transcurso de quince meses, dividido en dos etapas
Marta Insausti no esconde sus canas. “Me gusta celebrar que soy mayor y que la vida me ha enseñado mucho. Celebrar la madurez”, explica. En 2012, le diagnosticaron un cáncer de mama, grado III. “Me hicieron una mastectomía y luego recibí quimioterapia durante unos siete meses. Me quedé calva y luego volvió a crecerme el pelo blanco. Todos me decían que me quedaba muy bonito. Decidí que no volvería a teñirme”, recuerda. Esa no fue la única decisión que tomó tras su recuperación.
“En uno de los ciclos de quimioterapia, estuve a punto de morir por una reacción alérgica. En ese momento, me dije a mí misma que había tenido una muy buena vida, pero que había dejado muchas cosas para más adelante, para cuando me jubilara. Eso me quedó grabado”, dice Insausti y añade: “Me prometí que no volvería a tener esa misma sensación”.
Necesitaba abandonar todo lo que hasta ese momento había sido mi vida. Hacer algo que me sacudiera y me hiciera sentir viva”
A esa experiencia se le sumaron un divorcio después de 25 años de matrimonio y el cierre de las empresas de formación que dirigía tras la crisis económica. “Fueron años difíciles, que me dejaron física y mentalmente destrozada. Me vi frente a una hoja en blanco. Tuve que preguntarme qué quería hacer con mi vida”, explica. La idea de dar la vuelta al mundo creció de a poco.
Marta Insausti atravesando el desierto de Pakistán
Insausti comenzó su viaje en Francia en septiembre de 2019. A través de su cuenta de Instagram, sus seguidores pudieron acompañarla en su paso por Italia, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Serbia, Bulgaria, Turquía e Irán, donde se sumó su hija durante diez días. “Nos encontramos en Teherán y recorrimos el país juntas. Cada vez que parábamos en una gasolinera, se armaba un revuelo. Muchas mujeres flipaban al ver a dos mujeres viajando solas en moto. Se nos acercaban a preguntarnos sobre nuestro viaje y a pedirnos fotos”, dice.
Después de Irán, la motera continuó por su cuenta, pasando por Pakistán y la India, rodeando Bangladesh y luego atravesando Birmania y Tailandia, desde donde cogió un vuelo a Nueva Zelanda y, desde allí, a Chile donde, debido al cierre de fronteras por la pandemia, se vio obligada a regresar de emergencia a España después de seis meses fuera.
Además de acumular kilómetros, su recorrido le sirvió para recaudar donaciones
Recién pudo retomar su viaje en marzo de este año, dedicándole ocho meses a recorrer buena parte del mapa americano, desde Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, hasta México y Estados Unidos. La última parada de su ruta fue el pasado 19 de octubre, día internacional de Lucha contra el Cáncer de Mama, en Nueva York.
Marta hace un alto en el camino con una parada en Pereira, Colombia
Durante su viaje, la motera se pasaba entre tres y siete horas al día sobre la moto. A pesar de la exigencia física, su edad nunca fue un inconveniente. “La edad te da sabiduría. Te da la capacidad de aprender, observar y entender; de tener conversaciones largas y pausadas. Si hubiera hecho este viaje de joven, hubiera sido muy distinto. Cuando eres joven quieres comerte el mundo. Yo lo he vivido desde una paz profunda”, explica.
Marta Insausti es amante de las motos desde que tiene recuerdo. “Cuando empecé a ir en moto con 18 años era súper raro. Casi ninguna mujer lo hacía. Pero siempre que me han hecho comentarios ha sido desde el respeto y la admiración, como ‘Qué bien, viajas en moto o viajas sola’”, asegura.
Miedo, pavor, le tengo al cáncer, no a viajar sola. ¿Por qué deberíamos tener miedo las mujeres?”
Mirar a la muerte de frente es una experiencia que redimensiona cualquier miedo. “Miedo –o, más bien, pavor– le tengo al cáncer, no a viajar sola. ¿Por qué deberíamos tener miedo las mujeres? Es algo que todos deberíamos replantearnos. Nosotras no tenemos que tener miedo” indica la motera y agrega: “Siendo prudente y respetuosa de cada cultura, no he tenido ningún inconveniente. El mundo está lleno de gente buena. Los problemas que te puedes encontrar son los mismos que los que existen en tu vida cotidiana. En un viaje así, es mucho más el disfrute que los momentos difíciles”.
Salto de Eyipantla en México
De aquel paso por Perú también atesora un encuentro especial. “Iba en la carretera y me paró una moto de policía. Cuando se quitó el casco vi que era una chica. Me explicó que le había sorprendido la matrícula extranjera y que la conductora era una mujer. ‘Necesitaba pararte para preguntarte qué haces aquí’, me dijo. Acabamos haciéndonos una foto juntas”, relata. Son muchas las que se sienten inspiradas por su hazaña. “Muchas mujeres me escriben. Me piden consejos. Me dicen que se van a animar a hacer un viaje en moto o que mi viaje las ha inspirado para atreverse a hacer algo que tenían postergado”, dice la motera.
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