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La tragedia que vuelve a cuestionar la seguridad de los quads

Los quads, vehículos de cuatro ruedas destinados principalmente a su utilización fuera del asfalto, experimentaron un significativo crecimiento a comienzos de este siglo. Diseñados inicialmente para el trabajo, pronto se convirtieron en una herramienta de ocio que disfrutaron muchos usuarios, incluyendo aquellos sin experiencia con motocicletas o la conducción por campo.

Sin embargo, también se revelaron como un vehículo controvertido. Por una parte, a causa del deterioro que provocaban en el medio natural (muy superior al de una moto) y por otra, debido a su siniestralidad. Fue así como en 2004 se alcanzó la cifra más alta de víctimas por accidentes con quads, con 14 personas que perdieron la vida por esta circunstancia.

Una tragedia que ha vuelto a saltar, lamentablemente, a la actualidad por el accidente ocurrido este pasado fin de semana en Bages (Barcelona) en el que perdieron la vida dos personas al precipitarse por un acantilado. Las características especiales de estos vehículos exigen de una experiencia, pericia y prudencia que en no siempre se encuentran ganantizadas.

¿Qué es un quad?

La definición de un quad (también conocidos como ATV por sus siglas en inglés) es un vehículo de cuatro o más ruedas, carente de carrocería que proteja a sus ocupantes, que se maneja con un manillar como el de una motocicleta, con la que también comparte la forma de sentarse del conductor y su acompañante.

La legislación contempla varias categorías dependiendo de características como su peso, potencia y uso al que se destinan, siendo las principales los ligeros, cuadriciclos y vehículops especiales para actividades agrícolas o de obra.

Desde el año 2006 es obligatorio el uso del casco para su conducción, así como estar en posesión del carnet B de automóviles en el caso de los cuadriciclos y vehículos especiales (para los ligeros sirven la licencia de ciclomotor y los de moto A1, A2 y A). Y, por supuesto, todos deben contar con el seguro obligatorio de automóviles, que cubre los daños causados a personas o bienes durante la circulación.

Los riesgos de los quads

Por su propia estructura (chasis, ruedas, geometría, peso…) los quads son vehículos muy especiales y que requieren de cierta adaptación para su total control. Cierto es que disfrutan de la estabilidad que ofrecen sus cuatro ruedas, a diferencia de una motocicleta, pero también que realizar los giros exige una técnica específica que poco tiene que ver con la aplicada en otros casos.

Uno de los riesgos principales en este sentido es el del vuelco lateral, sobre todo si se fuerza mucho el ángulo de giro, se realiza con brusquedad o el terreno desequilibra el quad. Es importante utilizar el cuerpo para compensar esta tendencia, además de recorrer las curvas a una velocidad adecuada que evita la salida de la calzada o camino.

la tragedia que vuelve a cuestionar la seguridad de los quads

En pendientes pronunciadas, tanto en ascenso como en descenso, se pueden producir vuelcos si la inclinación supera lo indicado. También con un mal uso de los frenos en bajada o del acelerador en curvas es posible perder el control del quad, con el peligro que ello comporta para sus ocupantes.

No hay que olvidar la evidencia de que, al igual que una motocicleta, no existen elementos de protección para las personas; muy al contrario, en caso de vuelco el vehículo puede impactar contra quienes lo utilizan e incluso quedar atrapados bajo su peso.

Otro error muy frecuente entre conductores poco habituados a su manejo es el de bajar los pies, colocados sobre una plataforma, en la fase de detención, como se haría en una moto. Porque en ese caso el peligro es que las piernas se queden atrás y las propias ruedas posteriores del quad las arrollen con enorme probabilidad de lesión.

Todos estos riesgos se incrementan de forma exponencial cuanto mayores son las prestaciones y peso de los quads. Existen modelos de elevada cilindrada y potencia, que aceleran con presteza y pueden alcanzar velocidades altas, lo que compromete aún más su estabilidad, sobre todo en firmes de poca adherencia.

En esas circunstancias llegan lo derrapajes del tren posterior (generalmente el motriz, excepto en modelos 4×4), las dificultades para frenar y las mayores inercias en las curvas que se traducen en salidas de la vía.

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