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La columna de Nico Nikola: “Autoclásica se debate entre Pebble Beach y el clamor popular”

la columna de nico nikola: “autoclásica se debate entre pebble beach y el clamor popular”

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N.N. visitó las 20 ediciones de la exposición de San Isidro. Y acá hace su balance con las luces y sombras de Autoclásica 2022.

Muy atrás en mi memoria quedó aquel evento -no es estoy seguro cuándo ni si fueron más de uno- que el mismo C.A.C. (Club de Automóviles Clásicos) organizó en el exclusivo Hurlingham Club. Los que teníamos un dato y lográbamos colarnos podíamos asistir a un encuentro para pocos en un contexto muy británico donde -repleto de autos italianos y espumante francés- podíamos disfrutar de aquél escenario de glamour, polo y cricket. Raros y lejanos, de los que sólo habíamos sabido a través de revistas especializadas, algún tour por concesionarios de Avenida Libertador o simplemente por haber llegado a algún otro encuentro por uso y abuso del “boca en boca”. ¿Podemos decir que aquél evento del Hurlingham fue el antecedente de Autoclásica? Yo creo que sí.

He participado desde la primera hasta la última edición de Autoclásica, a lo largo de 20 ediciones y casi 25 años. Lo he hecho como sponsor, siempre como aficionado y alguna vez como parte de algún club. He sido testigo de esta metamorfosis imparable, ya lejos de aquél antecedente, donde solo faltaba el Príncipe de Gales, a uno donde toda nuestra fauna está en su natural ecosistema. Recuerdo en una de las primeras ediciones, en el predio lateral, cuando sólo algunos clubes y particulares lograban acceder a un lote: lo incómodo y distante que uno se sentía a la hora de la entrega de premios. El chiquilín sólo miraba de afuera.

Desde hace ya varios años, posiblemente de la mano de la mudanza al Boulevard del Hipódromo (leer historia), la muestra -la más importante de Latinoamérica- tiene sello propio. Si alguna vez se soñó con ser un Pebble Beach vernáculo o de un Villa D`Este rioplatense, señores, es tiempo de resignar pretensiones y conectarse con la realidad que -tal vez sin haberlo querido- los ha alcanzado.

Sólo han pasado unos días del cierre de la exposición. Lo de siempre: puristas y aristócratas; conocedores y expertos reclamando -no sin razón- la falta de unidades de “sangre azul”, los desacuerdos sobre el “Best of Show” y sus explicaciones técnicas e históricas. Notas que trascienden a través de redes sociales o grupos de WhatsApp: reclamos y llamadas de atención para los organizadores y jurados (ver todos los ganadores de 2022).

Justo o injusto, la polémica es válida, necesaria y siempre constructiva. Siempre que se sepa interpretar y alguien se haga cargo del mensaje. Enojo y decepción, amenazas de no volver a participar. Coleccionistas de clase mundial dejarán enfriar por unos meses pulsiones improcedentes antes de decidir bajarse por un tiempo.

¿Autoclásica 2022 fue un fracaso? La respuesta es un rotundo no: fue un éxito. Un éxito popular de un evento que se ha vuelto incomparable.

Me encontraba en la cola para ir al baño -que son pocos para semejante audiencia- cuando entablé una ocasional conversación con un adolescente que recién ingresaba: “¡Me dijeron que hay un Jaguar E-Type, jamás vi uno!”. “Hay varios”, le respondí con satisfacción al notar su entusiasmo por un auto que nació al menos 40 años antes que él. “Demasiados”, pienso para mis adentros. ¡No es verdad que a los jóvenes sólo les interesan los autos de la generación Rápido y Furioso o Need for Speed! ¡Eureka! Me cansé de ver chicos, niños con sus padres y muchas mujeres que -sospecho- no sólo eran eventuales acompañantes, sino que estaban allí por elección propia. Una multitud que desbordó los lugares para almorzar o disfrutar de un snack. El Autojumble con su caprichoso layout -a precios nada convenientes- es una atracción aparte. En mi caso, utilizo gran parte de algunos de mis días de visita para recorrerlo con atención. Los locales de libros, mis favoritos. Personajes variopintos, los de siempre (más algún que otro debutante) agregan colorido y espectacularidad a la convocatoria. Sólo uno de los nuestros sabrá acerca de la felicidad incomparable de haber encontrado aquella parte, repuesto o memorabilia que hemos venido buscando por años. Se nota en aquellos rostros brillantes de señores que arrastran bolsas de nylon de donde se asoma “un no sé qué cromado” (previo desenrollar, literalmente, algunos billetes celosamente reservados para la ocasión).

Escenas de temprano por la mañana, algún socio madrugador y comprometido se ocupa de repasar los autos de su club. Paño de microfibra y un “Quick Detailer” en mano dejará relucientes las máquinas para la apertura. Ni el polen de los plátanos ni la tormenta de anoche serán obstáculos para tan estimulante tarea. Más humilde y popular el club, mayor el empeño y dedicación.

Aquí un tirón de orejas para el C.A.S. (Club de Automóviles Sport), cuyos extraordinarios automóviles se deslucieron bañados por varias capas de tierra acumuladas mientras los socios -auténticos gentleman drivers- se dedicaban a ricas e interminables tertulias, manos batientes de exquisitas bebidas espirituosas. No se ensucien si no lo desean, contraten a alguien y todos contentos.

Me encantó ver un avance -por pequeño que sea- de los nipones, habiendo más allá de la imponente Toyota 2000GT, dos impecables ejemplares en el stand de CASYM: un Daihatsu Charade XTE (dos puertas, ojo de buey) y un Suzuki CXG. Cruzando la calle principal, el camión Bedford, la Cross Country Ambassador como dos exponentes de nuestra cultura, felicitaciones Oldtimer por su debut (destacada cosecha y cuidada selección).

Maravilloso el tributo al Lole Reutemann, emotivo. ¡Gracias por compartir semejante pedazo de historia de la mano de El Mago de Alta Gracia! Una fiesta con identidad propia. No me importó nada que el Chevelle SS del stand de Luis Zschocke no fuera “Matching Number”: aluciné al verlo. Además, ese rincón de “los americanos” es siempre una fiesta. Magníficas las coupés Impala 1959, merecido reconocimiento además por estado y presentación.

Una mención aparte para la coupé Ford Taunus GT SP (negro y metalizado), que además de recibir un merecido primer premio en su categoría, tuvo un rol reivindicatorio, ya que fue la primera vez que se pudo ver una de su especie en la muestra (mientras que, hasta hoy, han podido desfilar decenas de sus coetáneas Fiat 125 Sport). Para la próxima, quiero ver un buen ejemplar de Ford Sierra, a casi 40 años de su lanzamiento y habiendo cosechado numerosos resultados deportivos (aún no ha logrado tener su oportunidad y Patrik Le Quement lo merece).

ЎAplausos para el seГ±or anГіnimo que estacionГі a mi lado su Sierra Ghia S, estimo del 89! Los estacionamientos de la zona son un evento paralelo y lo mismo sucede alrededor del mundo, cada feria o “show” ofrece una oportunidad irresistible para acudir con uno de nuestros juguetes. San Isidro no es la excepción.

Perlitas, detalles y algunas fotografías de lo que fue este encuentro, al cual extrañamos por dos años y que nos tomó con ganas acumuladas. Un éxito popular, único e incomparable. Este último adjetivo es el que inspira mi escribir y la razón porque se puede considerar un éxito total: por audiencia, ambiente y convocatoria. Cada uno con sus expectativas, cada participante con orgullo y sentido de pertenencia. Jóvenes en búsqueda de un Jaguar, tifosi, amantes del rally, conocedores del deporte motor y acumuladores encontraron en ese fin de semana largo de octubre su propio paraíso en la tierra.

Hay mucho por mejorar. Discusiones que deben darse, además de limar asperezas y zanjar diferencias. A mí sólo me resta por decir: ¡muchas gracias, señores del C.A.C.!

ЎGracias, totales!

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