Han pasado 70 años desde el Gran Premio de Italia del 13 de septiembre de 1953, cuando Juan Manuel Fangio celebró su primera y única victoria de la temporada en la carrera final de Monza, al volante de su Maserati A6GCM.
Hace 70 años, en el circuito de Brianza, las curvas del templo de la velocidad se iluminaron en una última carrera, para maquillar una discreta temporada del campeón del mundo argentino, que al año siguiente de aquella victoria lograría su segundo título mundial.
Un aniversario para recordar en Maserati, justo en el año en que ha vuelto a convertirse en un gran nombre en los anales del automovilismo internacional, como consecuencia de la importancia de su regreso a las pistas y del anuncio de una importante y cuidada estrategia de competición.
Con su constante anhelo de pianos y victorias, Maserati también desveló en verano el sorprendente MCXtrema, un coche para unos pocos elegidos -62 para ser exactos- aficionados a las prestaciones sin concesiones y al diseño sobresaliente, hecho para canalizar emociones únicas exclusivamente en circuito.
Desde su debut en el mundo de las carreras en 1926, con Alfieri Maserati como primer clasificado en la Targa Florio con su Tipo 26, la excelencia en el automovilismo ha sido el sello distintivo del ADN de Maserati.
Su historia se repite, en su aspiración de escribir nuevos capítulos importantes en las clases más grandes del automovilismo, donde la marca italiana se ha confirmado como una de las marcas de prestigio que puede garantizar las prestaciones más distintivas, tanto en sus coches de carretera como en los diseñados para la pista.