Elon Musk, CEO de Tesla, es uno de los principales adalides de la conducción autónoma en los automóviles, dadas sus potenciales ventajas para la sociedad. También es muy optimista, y sus previsiones no se han cumplido en este aspecto, aunque podría ser que esta vez acertase.
Una de las tecnologías de asistencia a la conducción (ADAS) más conocidas en el mundo son las de Tesla, que se dividen en varios niveles. Cualquier modelo actual y reciente dispone de los elementos obligatorios como la frenada autónoma o el reconocimiento de señales de tráfico. El siguiente paso es el Autopilot, su control de crucero activo, diseñado para autovías y autopistas.
A un nivel más alto está el Autopilot mejorado o EAP, que cambia de carril automáticamente, aparcan solos y vienen a recogernos. Y en el escalón más alto está el sistema FSD (de «Full Self-Driving»), que reconoce semáforos, señales de STOP, resuelve intersecciones complejas y prácticamente es capaz de ir de A a B en una zona urbana. Estos tres sistemas, AP, EAP y FSD son todos de Nivel 2 SAE.
En otras palabras, no son sistemas autónomos porque el conductor ha de estar pendiente en todo momento del coche, aunque haya quitado las manos del volante, pero debe mirar a la carretera. Un vehículo con Nivel 3 SAE, como un Mercedes-Benz con DRIVE PILOT en Alemania, o un Honda Legend en Japón, pueden ser parcialmente autónomos en un abanico de condiciones muy estricto.
Puede que estas palabras sean familiares, porque hemos escuchado algo parecido desde 2014 de boca de Elon Musk. El vídeo sobre estas líneas, aunque está un poco sesgado a nivel de edición, deja clara una cosa, desde aquel año, la conducción autónoma estaba muy cerca. Pues esta vez también, total, una más da igual.
Ahora mismo el sistema FSD solo funciona en Estados Unidos y Canadá en fase beta pública, donde ya participan unos 100.000 voluntarios con un excelente historial de conducción segura. Al menos en EEUU prevé un despliegue masivo del sistema FSD, haciendo que deje de ser beta, y potencialmente en Europa, siempre y cuando se obtenga la luz verde de las autoridades. A nivel de normativa, el sistema FSD debe hacer algunos ajustes.
Niveles de conducción autónoma actualizados en 2018 – Infografía: SAE International
Nuevamente tenemos que matizar las respuestas del señor Musk. Lo que está cerca en Tesla no es un sistema de conducción plenamente automatizado, sino un mayor nivel de autonomía que exige atención del conductor, ya sea cuando el coche se lo pida (Nivel 3 o superior), o siempre que esté funcionando en modo semiautónomo, por si no reacciona bien ante una situación concreta.
Missy Cummings, directora del laboratorio de humanos y autonomía de la Universidad de Duke, explicó hace ya dos años que en realidad Tesla lo que está tratando de conseguir es un sistema autónomo de Nivel 4, y que es dudoso que pueda llegar a dicho nivel. El Nivel 5 -capacidad autónoma total, sin comillas- de momento no es una realidad, según múltiples expertos, aunque nos hemos acercado mucho.
Los detractores de Tesla dirán que no hay ninguna novedad, todos los años Musk dice lo mismo con algunas variantes. En pocos días aquellos que no hayan pagado por el sistema FSD tendrán una subida de precio, de 12.000 a 15.000 dólares, para activarlo. Los coches ya salieron casi todos de fábrica con todo lo necesario para ello. Tal vez estas declaraciones no hayan sido inocentes, precisamente.
Por cierto, Elon Musk opinó en temas de energía. Resumidamente, las energías fósiles son necesarias en el corto plazo para evitar el colapso de la civilización, y no hay que prescindir de las centrales nucleares si no dan problemas ahora mismo. Incluso es necesario realizar más prospecciones de gas y petróleo.
Elon Musk es uno de los principales defensores de las energías renovables y las defiende con vehemencia. Tesla también tiene soluciones de almacenamiento de energía, tanto residencial como industrual, asociadas o no a placas solares fotovoltaicas. Otra cosa es que sea un cínico y que no admita la realidad, ahora mismo difícilmente se puede vivir solo con renovables, salvo en países muy concretos como Costa Rica.
