Rupert Stadler, former CEO of German car manufacturer Audi, sits in a room of the regional court in Munich, southern Germany, on May 16, 2023. Stadler pleaded guilty in connection with the ‘Dieselgate’ emissions cheating scandal. (Photo by Matthias Schrader / POOL / AFP)
Stadler ha reconocido que “aceptó” la posibilidad de que se vendieran vehículos con el software ilegal y que “no informó” a los socios del Grupo Volkswagen, según la breve declaración que ha leído su abogada, Ulrike Thole-Groll, ante el tribunal que le juzga en Múnich. “Sí”, se ha limitado a decir cuando el presidente de la sala le ha preguntado si esas eran sus palabras. El antiguo jefe de la marca de los cuatro anillos, de 60 años, es el principal acusado en el primer juicio penal en Alemania sobre el escándalo mundial del dieselgate.
Stadler se convirtió en junio de 2018 en el primer gran ejecutivo del Grupo Volkswagen en ser detenido en Alemania y enviado temporalmente a prisión por su supuesta implicación en el caso de manipulación de motores para camuflar emisiones. El escándalo estalló en septiembre de 2015 en Estados Unidos y que dejó en evidencia que el gigante alemán había utilizado un software ilegal en millones de vehículos.
Comparecencia esperada
La declaración del principal acusado del dieselgate era muy esperada después de que, a principios de mes, el tribunal informara de que la pena de prisión a la que se enfrentaba quedaría reducida a entre 1,5 y dos años y a una multa de 1,1 millones de euros si confesaba el fraude.
Otros tres directivos están siendo encausados en el mismo proceso, y todos han confesado. El tribunal sobreseyó la acusación contra un ingeniero a cambio de una multa de 25.000 euros y de que actuara como testigo clave para aclarar lo sucedido. Tanto el desarrollador de motores Giovanni Pamio, como el exjefe de esa división Wolfgang Hatz han confesado también que supervisaron el diseño del software de forma que los motores cumplieran con los estándares legales de emisiones durante las pruebas pero no en la carretera.
El grupo automovilístico Volkswagen, con sede en la ciudad alemana de Wolfsburgo, fue condenado a pagar una multa de 1.000 millones de euros por la manipulación de las emisiones de gases en sus motores diésel. La compañía no recurrió y dijo públicamente que aceptaba la decisión, en una forma de asumir su responsabilidad en el dieselgate.
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